Moral en Democracia
Más que un comentario planteo una reflexión sobre la Moral en Democracia; o quizá mejor, la Moral necesita de la práctica democrática, entendida ésta como un balance entre intereses o visiones y pasiones en cuerpos distintos.
Las tres citas que expongo a continuación me sirvieron para organizar una idea que ronda y perturba mi entendimiento en contra de la apreciación general sobre la Moral como el espíritu que debe doblegar las pasiones humanas.
Citas sacadas del artículo:
1) “la importancia política de una moral que existe, no por sobre las leyes, pero sí más allá de las leyes.”
2) “El convencimiento de que detrás del poder legal no hay ningún otro poder ha servido para legitimar a las más espantosas dictaduras.”
3) “los unos no pueden prescindir de los otros en el espacio compartido de una nación común.”
El intercambio o interacción de visiones, ideas y pasiones entre dos personas ya es difícil, y no pocas veces conflictivas ¿Cómo serán en una sociedad que ni siquiera se conocen? Ni nada que compartir en concreto sino en lo abstracto del mercado económico y político.
¿Mercado político? Preguntarán mi disparate. Pero no tengo otra palabra en mi vocabulario para decidir aceptar o rechazar una política pública que me beneficie y quizá a otros no. O quizá yo lo perciba y otros no.
La aplicación de una política pública conlleva a la utilización de recursos, bienes y servicios, que benefician a unos y a otros no. Por supuesto, estos conceptos económicos se materializan en el intercambio cotidiano que todos hacemos, en esa interacción o intercambio que al no mirar los ojos del mercado, pero sí de quien entrega o recibe, aunque sean los “ojos” de Amazon.
Algunos pensarán que el mercado político son los diferentes partidos políticos y sus propuestas de políticas económicas, asistencialista o ideológicas. Pero esto ocurre en los comicios para cambiar de gobierno, y eso no puede considerarse un mercado que es el intercambio diario.
Pero entonces si podríamos coincidir en que el mercado político, o de políticas públicas se fusiona al mercado económico, o se convierte en un concepto económico a través de él.
Hice esa pequeña síntesis para explicar que el ser social, o la persona social es el ser económico, el yo, tú él, es quien compra el pan y la leche todos los días; el que transita las calles todos los días, el que va a la escuela o al trabajo todos los días.
Y que cada vez que sube al metro está pagando una visión, una idea o una pasión. Y son millones que pagan y cobran. El resultado al final del día es un balance; negativo para unos y positivo para otros, pero es un balance. Al día siguiente varían ganadores y perdedores.
Entonces si el gobierno no controla al mercado, las decisiones las toman libremente las personas y el balance tiende al equilibrio. Pero si el gobierno mete la mano para favorecer más a unos que a otros, el desequilibrio tiende a la injusticia y al caos. Es fácil verlo en una pareja cuando no existe el equilibrio.
Ahora si entramos a la Moral. A la Moral de equilibrios entre visiones, ideas y pasiones, pero que provienen del intercambio de recursos, bienes y servicios. No de una moral espiritual, nebulosa, o conceptos meditados por algún filósofo. No; la de curso material, la que está presente cada vez que tomamos una decisión en la escuela, en el trabajo, en la panadería o el Metro. Esa que se difunde a través de los medios de comunicación; a esa que los políticos y los gobernantes le temen.
Aquí se nos presenta el conflicto entre el origen del huevo o la gallina. Cuál es la causa y el efecto. De la moral deriva la democracia o al revés. Pero aquí surge una pregunta ¿Es una dinámica, o es un código? Pues yo pienso que una dinámica, porque los códigos nadie los cumple cuando no nos ven, pero en el mercado si nos hacemos visibles. No invisibles, como la imagen de Adam Smith.
Si aceptamos que es una dinámica, entonces aceptamos que el mercado es el ejercicio democrático y la moral el resultado.
Y entonces, donde funciona el mercado sin la mano del gobierno, el Estado, mucho menos el gobierno, son Poder, sino Servicio al mercado, o sea, a la sociedad.
Y para que el mercado funcione como una dinámica es imprescindible que los servicios que debe cumplir el Estado a la sociedad se encuentren separados, o sean independientes, para evitar que el gobierno concentre atribuciones, porque de allí surge el Poder que aprieta y sofoca a la población.
No está demás acotar que el concepto de independencia está asociado a la autonomía de atribuciones, sin menoscabo de la necesaria coordinación que debe existir en las organizaciones. Y el Estado es una organización más entre el concierto de organizaciones que componen a la sociedad. Organización política de un territorio o país.
